Antes de salir de recorridos propuse:
Moverse al encuentro de la zona animal, insubordinada, resistente al control que emerge y es parte de estos cursos de agua. La zona de los refugiados que habitan banquinas de ruta, zanjas, criaderos, alcantarillas de sistema cloacal.
Dejarse irrumpir, observar y registrar las trayectorias silvestres, domesticadas y sus variaciones. En el lapso de tiempo en el que coexistimos, probar modos de estrechar una comunicación, generar protocolos tentativos de acción que permitan viajar al tiempo mítico en el que son posibles esfinges, nahuales o minotauros.
Moverse hacia ese espacio virtual, hacia ese territorio de reserva que parece siempre remoto, y dejar aparecer las conexiones subterráneas, aéreas, acuáticas.
Grabar breves audios que relaten las posibles metamorfosis. A lo largo del camino, proponer a algunas personas humanas realizar ese ejercicio.
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