A partir del texto completo: Una breve historia de los orígenes de la agricultura, la domesticación y la diversidad de los cultivos. Documento en discusión de la Vía Campesina. (Ver sección Archivos/Bibliografía).
El surgimiento de la agricultura es quizás uno de los procesos más revolucionarios de la historia de la humanidad. La agricultura cambió la forma de alimentarnos y de vivir. También cambió los ecosistemas y los territorios y creó las condiciones materiales para todos los procesos posteriores de formación de los distintos pueblos y sus formas de ser y vivir, incluidos los procesos que llevaron a la formación de clases sociales y lo que hasta hoy se denomina “procesos civilizatorios”.
Aquí utilizamos una definición amplia de la agricultura para incluir cualquier forma de cuidado y manejo de plantas y animales por parte de los seres humanos con el fin de obtener alimento, medicinas, madera, fibras y otros elementos que se consideren necesarios. Son los procesos de selección los que abrieron la puerta a la domesticación, entendiendo como plantas domesticadas aquellas que se distinguen significativamente de sus ancestros silvestres y que necesitan ser cuidadas para desarrollarse de un modo adecuado.
Lo que campesinas y campesinos han hecho a través de la historia ha sido cuidar sus cultivos y buscar mejorarlos generación tras generación. La herramienta más utilizada ha sido la selección de las plantas y semillas que han parecido mejores en cada momento: las más vigorosas, las más sanas, las más productivas, las más sabrosas, las de color más atractivo, las más tempranas, las que se cocinan fácilmente etcétera, etcétera.
El desarrollo de la agricultura no sólo significó la domesticación de cientos o miles de especies. Significó también la creación de diversidad. Campesinas y campesinos del mundo fueron creando cientos y miles de variedades de los distintos cultivos, aumentando la diversidad dentro de cada especie. Los diversos colores del maíz, del arroz, de los porotos frijoles, lentejas, de las papas y tantos otros son una muestra simple de esa diversidad. Las coles son una sola especie, a partir de las cuales la selección llevó a la coliflor, el repollo, los bruselas, el brócoli y el kale, cada uno con todas sus variedades.
Junto con esta tolerancia y aprecio por la diversidad que se practicó históricamente, el otro pilar de la creación de diversidad fue lo colectivo. Es cierto que la selección que hace una persona disminuye la diversidad porque seleccionar significa descartar algo. Pero cuando todas y todos hacían el trabajo de cuidar, mejorar y conservar, porque era parte inherente de cultivar, lo que alguien descartaba, alguien más sí lo conservaba, lo que para alguien era desagradable, podía ser útil o tolerable para otros, lo que alguien despreciaba podía ser apreciado por el resto, la mutación que no aparecía en un campo sí aparecía y era conservada en otro, lo que se descartaba por un estilo de selección, no desaparecía cuando se utilizaban otros estilos.
Hay un segundo aspecto ligado a lo comunitario que además hizo que lo efectos negativos de la pérdida de diversidad dentro de cada variedad fuesen disminuidos significativamente: el intercambio de semillas. Una práctica que continúa hasta hoy en formas muy diversas es la ampliación de la diversidad dentro de cada variedad cada cierto tiempo; es lo que comúnmente se llama la “renovación” o “rejuvenecimiento” de los cultivos cuando éstos se debilitan o “degeneran”.
La modernización de la agricultura no es otra cosa que el avance constante del capital sobre el campo. Fue necesario para el capital convertir la capacidad de los pueblos campesinos para producir sus propios alimentos y materiales de vestir, construir y conservar, en un proceso creciente de dependencia de elementos comprados al mismo capital.
La riqueza y diversidad de las semillas es reflejo de la diversidad de las personas, comunidades y pueblos que las fueron cuidando, guardando, intercambiando, mejorando.